Como una libélula, transforma el espacio, y se mueve
Bailando de un lado a otro
Sus caderas guían la percepción,
Sus piernas, el tiempo.
Ata mi existencia en la percepción, y a mis pensamientos.
¡Oh!.
Mis deseos a mis suspiros.
Allá va, se transforma en una mariposa y vuelve a elevarse
Y aunque no puede dirigirse, ya
Las energías escasean
Ella baila.
Baila el baile más hermoso, el vals más melancólico de todos, nunca jamás visto, nunca.
Y no importa cuánto tiempo pase en su develar, en su desgaste,
En lo que expresa su último llanto, que transforma en rebelión final (Su redención).
De aquella escencia más pura y trascendental
Pero que comprueba -eventualmente- frágil y tangencial.
Miran la, allá va, así se mueve, como una hormiga en un estadio;
Intocable, inalcanzable: imperceptible...Ignorada.
Allá se queda, alojada en mis recuerdos, en donde no hay nada
Sólo lo que su baile gestó, su recuerdo ininteligible.
No, no es nada, salvo la angustia de una imagen imposible.
Y miren la, miren la, como se mueve
Porque ella baila en solitario. Baila lánguida en murria y evocación,
Porque nadie más está, porque los demás ya no están
No hay nadie para contemplarla, no
Y la soledad, su compañía más terrible, es su única observadora.
Y la luz del escenario la ilumina
Y no hay nadie para aplaudir
Ni nadie que toque los instrumentos al son de sus movimientos ajados.
Pero ella sigue bailando,
Sabiendo que a cada paso hay menos escenario,
Sabiendo que los observadores no están,
Que ni los músicos, que ni la gente,
Que ni nadie más.
Pero baila, baila
Miren la, como ella baila.
Y se mueve, en compañía del triste escenario, con la única luz en escena.
Y aunque su cuerpo esmirriado no la pueda aguantar,
Los pasos valen la pena; marcan lo que fue y lo que no se quiere dejar
Lo que ella nunca quiso, y por lo que ella bailó hasta el final.
Y ya nada queda, ni su cuerpo, ni su baile
Sólo un recuerdo, un recuerdo de un baile amargo, el vals más triste
Porque la bailarina ya no baila, y la música se extingue en el tiempo
A medida que el mundo avanza, y el escenario se olvida; el polvo
Y su recuerdo se borra.
Y ya no hay libelulas zurcando el cielo; porque las mariposas no quieren volver a volar.