En la soledad de la triste noche
Ahogo mis penas en quimeras fantásticas
De una quijotesca utopía; sonrío amargado,
Mientras miro a La Dulcinea entre las estrellas
(¡Cuán bella constelación!)
Y aprieto los nudos en mi garganta
Y finjo que mi sueño imposible –aún- existe.
Que pese a la soledad que me aprisiona,
Y que mis caderas y mis tobillos y mis muñecas yacen inútiles;
Hay alguien para mí.
Allí.
Tonto feliz;
Sonrío.
Canto mis penas de zozobra.
En una noche estrellada.
En solitario.
Sin luna.
Acompaña-me el amor más grande,
De aquel milagro fantástico que se manifiesta:
Una persona inexistente
En un lugar imaginario
En un tiempo imposible
En un cielo estrellado
Me hace sonreír.