Tras una conversación melancólica
(y tardía)
y los ojos de él, vidriosos, tan rojos
como yo mismo los tuve, tanto, tanto tiempo
(sin nunca demostrarlo; jamás)
Es hora de separarse
y los recuerdos, quizá, pueden menguar la separación inevitable
que se provoca en estos momentos,
que se provoca, en cada respiro.... que nos permitimos
...que dejamos olvidar,
y que de alguna u otra forma; ambos concedemos.
Me miras, te miro, y ya no hay nada. Somos dos extraños
intercambiando palabras, de algo anterior
algo que fue.
Y me pides que me haya acercado, y te haya golpeado,
para avisarte, para prevenirte, de que no ocurra lo que hoy sucede.
Y yo te respondo, y te digo que cada uno opta, y que
si de alguna u otra forma, decidiste elegir el abandono. Te entiendo.
Pero remarco el dolor, y el vacío,
Y que tanta confianza, tanto cariño, se pierde en el aire.
Y el tiempo apremia nuevamente, es hora de marcharse
es hora de saldar los recuerdos
de dejar atrás los buenos tiempos.
El intercambio lingüístico no hizo milagros
y esos dos extraños-que-alguna-vez-fueron-algo-más
se despiden
un frio último apretón de manos (en lugar de abrazos y cariños)
y en último momento, cuando nuestras espaldas se alejan
lo golpeo fuerte en el hombro:
"palmazo !"
y así se termina la historia.
....Nos vemos al final: Amigo.
p.d: esto no es un poema, ni tiene intención de serlo.